En María Zambrano
Un día llegaron a Madrid Joaquín Lobato y Pepe Andérica con una neverita repleta de limones y azahar. Llenaron el piso con el perfume a primavera del Mediterráneo, y María cerró los ojos de felicidad. Rosa Mascarell
Saber a María Zambrano exiliada por más de 45 años es ubicarla en el lugar del sin-lugar. Es entenderla errante y mirarla obligatoriamente desde diversas perspectivas que, para la comprensión de su pensamiento filosófico se convierten propiamente en categorías donde los conceptos se redefinen y las nociones establecidas adquieren nuevos enfoques, donde aparecen metáforas poderosas que se unen entre sí para formar el hilo conductor de su discurso.
GENERALIDADES
El tema del lugar, aunque ya anteriormente abordado por algunos filósofos, posee en Zambrano una carga variada de usos que se mueven en distintas áreas de su obra filosófica. Estas áreas van desde la imprescindible espacio-temporalidad hasta su expansión hacia los ámbitos de la metafísica para llegar hasta a los terrenos de la mística, desde donde consideramos se encuentran los grandes y aportes originales de nuestra filósofa. En su propuesta de rescate de lo místico y del desarrollo integral del hombre, tan necesarios hoy en día, el hombre es capaz de vivir los lugares, de producirlos y modificarlos para hacerlos espacios de realización plena y de re-creación del ser. Este aporte quiere ser eso: ser lugar de partida para el camino de encuentro con la vida.
La primera vez que me topé con el tema del lugar en la obra de la filósofa española María Zambrano[1] reconozco que fue andares distintos a cualquier motivación filosófica. Interesado por algún tema sobre pintura contemporánea leí: “Levanta la noción de lugar una tolvanera de pasiones, patrióticas casi siempre”[2]. En ese preciso instante, la mía, mi pasión por la verdad, quedó inmediatamente suspendida en esa misma tolvanera. Desde entonces, el tema del “lugar” es uno de los temas que más me apasionan.
Cuando leemos a María Zambrano, nos viene de inmediato y queda con nosotros una doble sensación: la del gusto inmediato por su exquisita escritura castellana y por la profundidad de su pensar. Al leerla nos movemos dentro de un temblor arrítmico que después que logramos seguir su paso, -cierto, no fácilmente- gustamos de sus formas intempestivamente sorpresivas como armónicamente coherentes. Caminar con ella al palpitar de su métrica es movernos en la convicción siempre creciente de que no ha escrito palabra alguna donde no busque lograr la perfecta sincronía entre lo bello y lo pensado, entre aquello de la razón y aquello de las entrañas, es decir, la mancuerna soñada de lo filosófico y lo poético. Es muy probable que de esta poco sentida y vivida experiencia, es decir poco común dentro de los terrenos filosóficos, sobre todo cuando esta viene plasmada por escrito y va por el tiempo transmitida, es que tantas veces nuestra pensadora venga ubicada dentro del campo de la literatura, donde ella se auto descubrió y en el cual quiso auto plantarse sin temor a que esto desdijera el talante filosófico de su escritura.
Este es el escribir de Zambrano, el que se desplaza desde la profundidad de la reflexión filosófica pasando por las vías de la narrativa, va y viene en la historia del pensamiento humano, exclama al encontrar algo que merezca una alabanza, apuntala sin temor y sin tapujos algo que se presenta como erróneo o impreciso y, todo esto con las palabras justas que forman frases llenas de belleza y de rítmica poética. Su escribir nos viene a recordar que alguien alguna vez, no sabemos precisamente quién, nos educó en la creencia casi dogmática de que lo profundo se dice con lenguaje oscuro y que lo que nos endulza los sentidos debe ser depositario de nuestras sospechas. Digno de la desconfianza para los terrenos de lo racional, tristemente.
Dentro de nuestro estudio nos encontraremos de frente a elementos dados por nuestra filósofa y usados sin una especificación sistematizada que de ninguna manera nos impide el intento bien intencionado de ofrecer esta síntesis lógica no por sustitución ante la carencia, sino como aporte de enriquecimiento y facilitación de posibles investigaciones ulteriores a los temas abordados o circundantes, uno de estos temas es el nuestro, sobre el lugar.
María Zambrano y Luis Cernuda (a su izquierda), en Alcolea de Tajo, Toledo, el 11 de abril de 1935. IMÁGENES CEDIDAS POR LA BILIBIOTECA NACIONAL. En: Revista digital “El país”
EL TEMA DEL LUGAR
La obra zambraniana revela una noción clara de lo que la filósofa veleña tuvo siempre en su pensar sobre qué cosa es el lugar para ella, que como somos testigos, su experiencia de vida más allá de su condición de exiliada[3] sino también como peregrina en constante destierro, configuró de una manera especialísima esta noción clave en su reflexión y aporte filosófico.
El término castellano “lugar” es frecuente en sus escritos. Sobre esta noción existen algunos estudios en base a su pensamiento que incluso en vida ella vio publicados y otros más que salieron a la luz después de su muerte[4]. Sin embargo, más allá de las menciones explicitas al tema, como ya apuntamos al hablar de la originalidad de su pensar y escribir, o sea notablemente asistemático, la posible noción de fondo y su intento de sistematización siempre partiendo de las influencias ya mencionadas anteriormente son nuestra mejor motivación para estudio.
José Daniel Ramos Rocha Pontificia Universidad Antonianum
[1] María Zambrano, filósofa y literata española. 1904 Vélez-Malaga-1991. Primera mujer en recibir el premio Cervantes en 1988 y galardonada también con el premio Príncipe de Asturias en 1981.
[2] M. Zambrano, Algunos lugares de la poesía, Trotta, Madríd, 2007, p. 48.
[3] Es imposible hablar de María Zambrano y no mencionar el exilio. “No entiendo mi vida sin mí exilio, es parte esencial de esta” –escribió a su regreso a España-. Por situaciones políticas se vio forzada a dejar su patria natal en 1939 y permanecer fuera de esta más de 45 años donde vivió en distintos países como México, Cuba, Puerto Rico, Italia, Francia y Suiza. Zambrano volverá a España en 1984 anciana y enferma.
[4] En concreto existe: Algunos lugares de la pintura, publicado en su primera edición en 1989, aun en vida de Zambrano y Algunos lugares de la poesía. Sabemos que aunque en sus últimos años se empeñó bastante en la estructuración de escritos ya publicados y en la selección y agregación de otros más que permanecían inéditos, la muerte interrumpió dicho trabajo. Fue publicado hasta el 2007 con el agregado de cartas y escritos personales que versan sobre el tema en cuestión.
María Zambrano; filósofa del lugar / Oleo sobre tela / Por Felipe Torres. México 2017. (Facebook: Felipe Tor Gut)
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